‘Hellhole’ es una nueva película de terror de Netflix que ha pasado desapercibida en la temporada de Halloween por la avalancha de títulos de género que invaden las plataformas en esas fechas. Mientras los usuarios de la plataforma veían la excelente serie antológica ‘El gabinete de curiosidades de Guillermo del Toro’ esta otra novedad quedaba enterrada entre otros títulos, pero no tiene nada de desperdicio para los aficionados al gótico y el ocultismo.

Esta modesta propuesta está dirigida por Bartosz M. Kowalski, el autor del slasher ‘Nadie duerme en el bosque esta noche’ y su secuela, que mezclaban sin mucha fortuna gore, comedia y metaterror, que también fue responsable de la muy perturbadora ‘Playground’ (2016), con lo que parece que es un realizador versátil que se ajusta a la demanda de Netflix de conseguir títulos baratos, rodados en poco tiempo y con ciertas garantías visuales.
Una vuelta los terrores italianos de los 80; Marek investiga una maldad más profunda en el monasterio entrando en claves de terror religioso que empieza como ‘El nombre de la rosa’ pero confluye con piezas como ‘Reto al diablo’ (1989), ‘Dark Waters’ (1993) o ‘La monja’ (2018). Kowalski hace un buen trabajo creando una atmósfera fúnebre de peligro y captura la idea de un mal que impregna cada ladrillo antiguo de los lugares escondidos del edificio, sus lúgubres pasadizos, habitaciones a la luz de las velas y celdas que albergan a los atormentados. Es de ese tipo de película.

Es como una versión exploitation italiana de la adaptación de Umberto Eco, con sus elementos sobrenaturales, presencia diabólica y algunos detalles gore. No es la película más ortodoxa y excitante en su uso de la tensión, la idea no es original, no quiere ser la película del año, ni va a dejar huella por su conjunto visual, pero quienes adoren las películas sobrenaturales italianas de los ochenta, los desvaríos como ‘Terror en el convento’ (1981) o ‘Demonia’ (1990) de Lucio Fulci están ante una pequeña joya de las que nadie se atreve hacer por miedo al ridículo.
Puede que la mayor baza de ‘Hellhole’ esté en su inesperado final, una coreografía de tintes apocalípticos sin remilgos en mostrar lo que muchas otras suelen evitar, un momento que da más de lo que se le puede pedir a una película pequeña de estas características y que cumple la regla de que un crescendo hacia un buen clímax puede elevar una película más ordinaria y completa una pesadilla monástica nihilista, con algunos momentos inesperados de humor negro que se adaptan a la falta de escrúpulos para adoptar con dignidad los tropos del terror satánico que las portadas de Creepy o Vampus nos enseñaron.
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